Este fin de semana,como lector fiel a la columna de Arturo Pérez-Reverte en el suplemento XLSemanal, me ha llamado la atención su artículo. Escribe con tono sarcástico sobre el afán informativo de la prensa española y nuestros políticos y cómo esto aparte de no aportar mucho al ciudadano, sirve al terrorista para depurar sus métodos. Y es que Perez Reverte tiene mucha razón en que en estos casos, más información implica menos seguridad. Pero mejor leer su artículo en "LO QUE DEBE SABER UN TERRORISTA", de Arturo Pérez-Reverte.
Y es que parece que no entra dentro de nuestra cultura el tener y guardar secretos. Hace no mucho comentaba en un post "Cuando confidencial no significa nada" como es algo cotidiano que cierta información clasificada como confidencial sea publicada en prensa. Hoy profundizando un poco más en la materia, y recordando algunos apuntes de la metodología Magerit 2.0 cuando hablaba de la clasificación de la información me he dado una vuelta por la Ley 9/1968, de 5 de abril, reguladora de los Secretos Oficiales y su reglamento para ver cómo se contemplan los aspectos esenciales de gestión de la información: clasificación, traslado, almacenamiento, destrucción, desclasificación y todo parece estar bien definido.
Otra cosa es que la ley se incumpla, que en este país de eso también sabemos mucho.
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