La verdad es que hay veces que las noticias me dejan un poco flipado. No consigo entender cómo en el diseño de ciertos equipos, aplicaciones o incluso en este caso, armamento militar no se incluye como máxima principal el principio del eslabon más débil. Como ya pasó con el post de SITEL y su generación de evidencias que no eran válidas como prueba, en este caso la cosa todavía es más gorda teniendo en cuenta el coste que tienen los proyectos militares.
La noticia, original de EL PAÍS.com es contundente: Aviones espía norteamericanos, pirateados con un programa que cuesta 26 dólares.
Un ejemplo más de cómo en esto de la seguridad no se puede dejar ningún cabo suelto. Y mucho menos cuando además, el objeto en cuestión va a ser examinado, revisado y atacado por cualquiera de sus vulnerabilidades. Pensar que tu enemigo no está a tu altura o no lo intentará estar, es un mal análisis de la situación inicial. Como decía cierto anuncio de una empresa de tarjetas de crédito:
1.- "Que tengas un portatil para recibir imagenes de un avión no tripulado: 1.000 €"
2.- "Que tengas un avión no tripulado que permite espiar: 1.000.000 €"
3.- "Que te lo pirateen con un software de 26 € no tiene precio"
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