Esta desgraciada coincidencia sin embargo nos puede servir para comparar la diferente reacción de culturas distintas ante una catástrofe natural de un severo impacto. La cultura japonesa está llena de continuas referencias a la mejora continua, a ver las dificultades como oportunidades, a la perseverancia y la constancia como el mejor camino para salir de la desgracia. Todo ello definido por el término resilencia y ejemplificado con el bambú.
La resilencia , se refiere , originalmente en ingeniería, a la capacidad de un material para adquirir su forma inicial después de someterse a una presión que lo deforma. Tras un impacto previsible por alguna circunstancia natural adversa, un material recupera su condición y sigue funcionando. Eso es lo que sucede con la caña de bambú. Para conseguir una buena Resilencia es necesario prever las circunstancias adversas que pueden actuar sobre la cosa. Trasladando el concepto a las personas, al hablar de resiliencia humana se afirma que es la capacidad de un individuo o de un sistema social de vivir bien ydesarrollarse positivamente, a pesar de las difíciles condiciones de vida ymás aún, de salir fortalecidos y ser transformados por ellas y tras un impacto de fuerte conmoción traumática.Un año después y comprobando lo poco que ha evolucionado la situación en Lorca, al menos deberíamos reflexionar sobre lo sucedido y "aprender de lo sufrido". Es triste y duro leer declaraciones como las del Alcalde de Lorca reconociendo que para la gente está siendo muy complicado superar la adversidad por problemas creados por la burocracia necesaria para gestionar la catástrofe.
¿Cómo puede ser que las tareas para solventar o remediar los daños aumenten los problemas que precisamente pretenden solucionar? ¿Quién está al servicio de quién, Administración hacia el ciudadano o ciudadano para la Administración?
El alcalde de Lorca, Francisco Jódar ha culpado hoy a la ley de subvenciones de los problemas burocráticos a los que ha tenido que hacer frente el Ayuntamiento para ayudar a los damnificados por los terremotos de 2011, y ha lamentado que se haya empleado un año en pedir documentación a los vecinos, como requisito previo para transferir las ayudas.Un año después, Japón, tras el susto de Fukushima a aprendido la lección y ha apagado todas sus centrales nucleares aun siendo para ellos una fuente de energía muy importante porque son conscientes del riesgo que supone en una tierra como esa tener centrales que pueden pasar apuros en caso de terremoto. Hasta que todas las plantas no sean revisadas y superen los nuevos estándares de seguridad establecidos tras el tsunami, no se volverán a poner en marcha. Un país sacrifica uno de sus pilares de abastecimiento energético y nosotros en España no somos capaces de plantear una reforma legal que simplifique y agilice los trámites administrativos para permitir un rescate adecuado a quien lo ha perdido todo. Es paradójico ver a los políticos corriendo para tomar decisiones que permitan salvar a ciertas organizaciones por las negligencias de sus gestores (Ya sean las propias Administraciones Públicas con los famosos planes de pago o la Banca con los fondos de rescate) y no se den la más mínima prisa para salvar a personas que han sucumbido frente a una catástrofe natural que para nada es previsible ni evitable según las circunstancias. Los riesgos que se podían gestionar y haber evitado como los agujeros en el sector bancario son rapidamente solventados y los riesgos no previsibles y que generan un impacto no superables no son para nada aliviados por "problemas burro-cráticos"
Seamos positivos y pragmáticos, el desastre ya no tiene remedio. Por tanto, para ser más resilientes y tratar de volver a la normalidad hay que mirar hacia delante. Sería muy triste que no se aprovechara la oportunidad que da una desgracia así para mejorar aquellas cosas que son manifiestamente mejorables y solventar las cosas que la realidad ha demostrado como ineficaces o lentas. La burocracia son un montón de decisiones redactadas en forma de trámite con una serie de requisitos previos que el ciudadano debe acreditar para que el expediente administrativo se resuelva. Somos ciertas personas las que toman esas decisiones y ahora, vista la cruda realidad, deberían ser también las de se plantearan cómo simplificar o agilizar las gestiones para que la tramitación de ayudas cumpla su objetivo: mitigar el sufrimiento causado por la catástrofe. La Administración nunca debe olvidar qué su existencia solo tiene una meta, el bienestar del ciudadano. Y todo aquello que no contribuya o mejore esa percepción del administrado frente al Estado, debe ser revisada. Y hay mucho por hacer y en muchos sitios ya hay mucho hecho. Me sorprendió ver este año en las charlas CNIS 2012 sobre los esquemas nacionales de seguridad e interoperabilidad poner como caso de éxito una experiencia del Gobierno Balear respecto a la mejora que introduce la tramitación digital completa (Es decir, ni un puñetero papel en todo el proceso administrativo) en temas de ayudas por catástrofes. Hay gente que entiende por Administración electrónica que se cuelgue el formulario a rellenar en PDF en un portal para que el ciudadano lo complete y lo entregue en ventanilla o como mucho, lo envíe en electrónico para que ellos lo impriman posteriormente y lo sigan tramitando en papel como toda la vida.
La tramitación electrónica ha reducido a la mitad el tiempo de gestión pasando de 5,5 meses a 2,7. Si en Baleares lo han hecho bien, aprovechemos la experiencia, compartamos conocimiento, rentabilicemos el esfuerzo y generalicemos la solución. Quién tenga tiempo que vea la ponencia porque esta es la Administración electrónica que queremos los ciudadanos, es la que merece cada euro invertido, es la que finalmente genera resultados, reducción de costes y mejora de calidad de vida para el ciudadano. Además, encima, añade transparencia y limpieza al proceso administrativo pudiéndose así evidenciar que funciona y no hay amaños.
Javier Hernández presentó varios proyectos del Ministerio poniéndolos como ejemplos de tramitación electrónica y explotación de la información. El representantes del Ministerio de Administraciones Públicas comentó en este punto tanto las subvenciones al transporte en Illes Balears como las subvenciones por catástrofes naturales (AURA) que en la actualidad se están llevando a cabo. Y precisamente es en las subvenciones al transporte de Canarias en las que el tiempo de tramitación se han visto reducidos de 5,5 a 2,7 meses. Todo ello gracias a la administración electrónica. “Hacerlo todo telemáticamente hace las tramitaciones más transparentes”, afirmó. De hecho, Hernández puso como ejemplo un mapa georreferenciado en el que se pueden consultar las diferentes subvenciones destinadas a las catástrofes naturales con todas las actualizaciones sobre lugar, situación en el mapa, cantidad recibida… En estos dos ejemplos “no se ha movido un solo papel”, confirmó. “Es la transparencia y participación”.
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